«Puesto que los Hermanos llevan juntos las preocupaciones comunitarias, juntos también comparten con gusto sus alegrías y momentos de descanso.
El tiempo de las comidas, los fines de semana y las vacaciones constituyen un ámbito privilegiado para ello.»
(Regla de Vida, D.70)
Luego del retiro anual y después de la sesión de formación, todos los Hermanos de la Provincia, excepto el Hermano Alfredo Aparicio, que sigue recuperándose en el Teodelina de la intervención quirúrgica que le permitirá retomar su “andar ligerito”, y del Hermano Delfín, que continúa en Roma “su carrera” hacia la meta de la beatificación del Padre Fundador, el resto de los Hermanos, nos tomamos unos días de encuentro en San Rafael, sur de la Provincia de Mendoza.
En un ambiente distendido, colaborando juntos para animar la oración, preparar las comidas, organizar los paseos,… Encontrando tiempo para el diálogo sin prisa, compartiendo las experiencias del verano con nuestras familias, desafiándonos al ‘truco’ con un mate o una cerveza por medio, divirtiéndonos en la pileta después de un partido de fútbol, leyendo, rezando juntos, recontando historias que ya todos conocemos pero que nos hace bien recordar, o enterándonos de alguna anécdota ocurrida en la sesión de formación de Hermanos jóvenes hacia la Profesión perpetua o del viaje a Francia con motivo de la celebración de la Asamblea de Misión Compartida,… todo servía para estrechar lazos que manifestaran que la primera misión es crecer en comunión para que el mundo crea.
Una vez más, hemos sido testigos de lo expresado en nuestro canto de familia:
Animados por el amor con el que se aman los Hermanos
Qué bueno, que dulce, habitar el mismo lugar:
Qué bueno, qué dulce, en el seno de nuestras penas
No tener más que un solo corazón para no amar más que a un solo Dios.Los cristianos en otros tiempos eran una sola alma;
Se les reconocía por ese signo patente.
Que un ejemplo tan bello de celo nos inflame; Permanezcamos unidos siempre, como en este dulce momento.
Noticias - 8 de febrero de 2009 -
“Que cada uno se sienta feliz con la alegría de los demás y sufra con sus penas.” (Regla de 1835)
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