Así templado, es ordenado subdiácono el 21 de diciembre de 1801, al día siguiente de ese encuentro parisino inesperado. El 25 de febrero de 1804 es ordenado sacerdote. Sólo tiene 23 años, y hay que solicitar dispensa. Su primer nombramiento sacerdotal será el de coadjutor en Saint-malo, su ciudad natal.
Desde 1802, aún subdiácono, ha estado allí ocupándose del colegio eclesiástico. Y es ahí donde se le despierta, se le afina y concentra su sensibilidad por el mundo de la educación. Descubre, con los ojos lúcidos despertados en la adolescencia, que es en ese campo donde se libran las verdaderas batallas del hombre.
En 1800 había escrito, como nota marginal, en uno de sus libros de juventud autodidacta: “El señor de la Chatolais en su Ensayo sobre la Educación quiere que se separe la religión de la moral”. Es, a sus veinte años, sólo una ráfaga de orientación presentida de futuro. Pero ahora, en el contacto vivo y real con los muchachos, en la experiencia diaria de las clases, en el vivir permanente entre y para los jóvenes, comienza a ser la certeza naciente de que la escuela no es un aula, sino un templo; no una función, sino un ministerio.
En estos doce años que estará en el pequeño seminario se le irá cultivando la sensibilidad educativa. Y con esa sensibilidad le va creciendo su capacidad para ver con el corazón y apasionarse intensamente por los niños y los jóvenes.
Como coadjutor de la parroquia simultanea se atención al colegio eclesiástico con mil y una tareas pastorales: pasa horas en el confesonario y en el acompañamiento espiritual, se le reclama sin cesar para predicar las misiones en las parroquias de la zona, y dedica horas al estudio y la reflexión. Y anima grupos juveniles.
Ha aprendido -sigue aprendiendo- que las respuestas no pueden ser puntuales, que deben estar inteligentemente articuladas. Y por ello, concibe las asociaciones juveniles como un centro que para él es la educación de la juventud. Creará esos grupos de jóvenes en donde esté y, mucho más tarde, insistirá a sus Hermanos de las Misiones que favorezcan esas asociaciones.
A todo se entrega con pasión, con alma y cuerpo enteros…
Por ello, tendrá periódicamente que descansar por prescripción médica.
Juan María, Reseña de su vida y obra - 31 de agosto de 2008 -
“Poco importa donde se haga el bien con tal de que se haga; no debemos desear más que eso.” (11.32)
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