«En estas grandes batallas que tienen brillo, uno se cree fuerte y no está triste;
pero las angustias del jardín de los olivos vendrán después:
mil pensamientos secretos y dolorosos agitarán, fatigarán nuestro espíritu;
no sé que cansancio se apodera de todas nuestras facultades;
nos preguntamos si no hubiéramos podido hacer el bien
sin cargarnos con un fardo tan pesado,
obligaciones tan molestas y en una especie de angustia,
diremos también: pase de mí este cáliz»
(A. 276)
Para que mi amor no sea un sentimiento,
Tan solo un deslumbramiento pasajero.
Para no gastar mis palabras más mías
Ni vaciar de contenido mi “te quiero”.
Quiero hundir más hondo mi raíz en ti
Y cimentar en solidez este mi afecto,
Pues mi corazón que es inquieto y es frágil
Solo acierta si se abraza a tu proyecto.
Más allá de mis miedos,
Más allá de mi inseguridad
Quiero darte mi respuesta.
Aquí estoy para hacer tu voluntad
Para que mi amor sea decirte “sí”
Hasta el final.
Duermen en su sopor y temen en el huerto,
Ni sus amigos acompañan al Maestro.
Si es hora de cruz es de fidelidades,
Pero el mundo nunca quiere aceptar esto.
Dame comprender, Señor, tu amor tan puro,
Amor que persevera en cruz, amor perfecto.
Dame serte fiel cuando todo es oscuro,
Para que mi amor no sea un sentimiento.
No es en las palabras ni es en las promesas
Donde la historia tiene su motor secreto.
Solo es el amor en la cruz madurado,
El amor que mueve a todo el universo.
Pongo mi pequeña vida hoy en tus manos,
Por sobre mis inseguridades y mis miedos
Y para elegir tu querer y no el mío,
Hazme en el Getsemaní fiel y despierto.
«Todo viene de la mano del Padre celestial.»Calicem quem dedit mihi Pater, non vis ut ego bibam? El cáliz que me dio el Padre ¿no lo beberé? Oh Padre mío, este cáliz es amargo, pero eres Tú quien me lo ofrece. Lo tomo y lo beberé hasta las heces. No lo que yo quiero sino lo que quieres Tú»
(Memorial)
Señor el huerto aquel donde tú rezabas
con gran dolor se transformo.
Ha dado frutos ha dado amor,
pues tu lo regaste con el sudor
que te provoco el peso del pecado,
hasta dejarte allí desangrado,
así tu muerte había comenzado,
para salvar a la humanidad
el mismo hombre que te ha matado,
para que nazca tu gran verdad.
Señor que día a día te traicionamos
perdónanos, perdónanos.
Perdona todos nuestros pecados
y toda nuestra falta de amor,
por el amigo por el hermano,
por el que sufre por el dolor,
por todo nuestro genero humano
sin distinción de edad ni color;
perdona cuando no te escuchamos,
perdón por todo, perdón señor.
Señor somos cobardes y te negamos
porque no tenemos valor,
pues no sabemos que ser cristianos
quiere decir morir por vos:
por el amigo por el hermano,
por el que sufre por el dolor,
por todo nuestro genero humano
sin distinción de edad ni color,
perdón, pues nuestra cruz rechazamos,
perdón por todo, perdón Señor.
«¿Qué decía El, hija mía, en ese momento de angustia? Se prosternaba ante su Padre, adoraba su voluntad y sólo trataba de cumplirla. De este modo debemos también nosotros bendecir, siempre, a la Providencia y cantar el cántico de acción de gracias que los ángeles repiten eternamente a los pies del trono del Cordero»
(ATC I p. 307)
Buscando una huella me largué a los rumbos
y anduve caminos amando el tierral;
la huella se alarga, la meta no llega,
la estrella me invita a seguir, no más.
Amé los caminos que creía míos,
hoy veo que aquellos son sólo de Dios;
voy dejando amigos que toman desvíos,
misterios distintos del que tengo yo.
La historia se ensancha, la huella se estrecha,
la vida se encoge, quiere madurar;
todo mi follaje busca la semilla,
sabe que por ella ha de perdurar.
La vida no acaba bajo la cosecha,
yo sé que en mi vida, morir es callar;
creo en el mañana, tengo fe en la tierra,
ella permanece para mi trigal.
Sigo su camino buscando una tierra,
con toda mi alma quisiera ser fiel;
en cada acampada arrollo mi carpa,
no quiero taperas si no he de volver.
El que está en camino nunca se despide,
libre como el viento, saluda al pasar;
su sola querencia anida en la meta
que aún no conoce, pero alcanzará.
Todo lo que vive hacia allá camina,
sigue el mismo rumbo que camino yo;
un día el encuentro volverá a reunirme
con lo que he dejado por buscar a Dios.
¡Morir en septiembre, cuando todo estalla!
…blanquea el ciruelo, despertando en flor;
cuando el duraznero se viste de nuevo
y todo renace a mi alrededor.
…dejar el invierno como algo pasado
al que no se vuelve para nostalgiar;
…meter en la vida, brotar en la tierra
y con ella irse el más allá.
Si busco la vida no hay otro camino.
Es duro morirse, pero hay que morir;
sangrando en la huella me voy sur adentro,
no puede negarte de nuevo mi sí.
«No te alteres por las tentaciones que experimentas involuntariamente; son pruebas que Dios te envía para humillarte y hacerte comprender la necesidad que tienes de su gracia para sostenerte y de la vigilancia para no caer. La oración y una continua vigilancia: he aquí las dos armas con las cuales rechazarás los ataques del enemigo de la salvación, de ese león rugiente, como le llama la Escritura, que ronda alrededor buscando a quien devorar» (A p 147)
«Nos son necesarios espíritus maduros, capaces de tomar una decisión, que saben tomar partido, y quienes, una vez conocido el camino derecho, no se apartan de él porque encuentran un disgusto, o porque les den imprudentes consejos. Nos hacen falta almas fuertes, que estén por encima de un disgusto, un obstáculo, o un peligro, o de su propia debilidad. Nos hace falta gente sensata, que no se conduce por capricho, sino por reglas de fe y que no comienzan a edificar para dejar el edificio sin acabar. Nos hacen falta Hermanos llenos de espíritu de sacrificio, que no tengan más que un deseo y un pensamiento, el deseo de ganar el cielo dándose a Dios sin reserva y sin vuelta, inmolándose cada día por su gloria. Que se les coloque aquí o allá, poco les importa; que el mundo les alabe o les maldiga poco les importa. ¡Dios solo es su divisa!» (A p 32)
«Tienes muchas ganas de que tengamos un establecimiento en Morlaix; acuérdate de lo que te he dicho: importa poco quien haga el bien con tal de que se haga. Dejémonos devorar por la Providencia; seríamos indignos de secundarla si no ponemos nuestra voluntad totalmente en la suya, sin conservar nada de la nuestra» (Carta del 18-11-1837)
Dios mío, que tu voluntad sea siempre la mía.
No tengo más que un solo deseo,
No oponer jamás la menor resistencia
A lo que pidas de mí.
¡Me entrego a ti completamente!
Haz lo que quieras de esta pobre criatura.
Amén
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Profesión religiosa, Vocacional - 5 de octubre de 2009 -
“Que cada uno se sienta feliz con la alegría de los demás y sufra con sus penas.” (Regla de 1835)
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