La irradiación de la vida de un Hermano trasciende el ámbito del aula y llega hasta el corazón de los lazos del hogar. Ya Juan María lo anunciaba al afirmar:
«Las buenas escuelas no contribuyen sólo a la santificación de los
niños que las frecuentan sino también a la santificación de las familias a las cuales los niños llevan las instrucciones que han escuchado.»
Juan María de la Mennais (S VII-2214)
El Sr. Brajón, padre de una familia con la cual el Hno Juan Alberto comparte la escuela de padres, nos acerca su experiencia de vida junto a nuestro Hermano…
Cuando me encuentro con gente angustiada, porque no calzan en este sistema de vida, y que me parece percibir que se les va produciendo un efecto dominó, una sucesión de cegueras, unas tras otra, que sin darse cuenta tergiversan las cosas, lo accesorio lo ven como principal, y lo principal que es el amor, le dan un tratamiento accesorio.
Me encuentro también con algunos otros satisfechos de este sistema tan difícil de tragar y tan confuso, que aún satisfechos se los ve a menudo en la más absoluta soledad.
Obviamente que no se escapan de mi visión las víctimas que más sufren este orden criminal que el poder hegemónico mundial impone, que son los nadies, los últimos, los más desgraciados, los humillados, los pobres, los enfermos, con quienes supongo que la mayoría de los que nos hemos acomodado un poco mejor a este orden injusto, estamos en infinita deuda.
Este cóctel de situaciones pusieron a mi Fe en un sube y baja, y muchas otras veces en un tobogán con una larga caída.
Pero un día en un aula del colegio San Pablo conocí a alguien que pudo abrir las puertas de mi alma, a partir de entonces empecé a sentir el perfume de la Fe, que se me había perdido, y creía que ya nunca iba a lograr encontrarla, y menos aún de esta forma en que la siento hoy, tan feliz y tan libre.
No, no fue nada de todo eso, simplemente fue que a quien conocí en ese aula, fue el Juan Alberto, como le dicen cariñosamente mis hijos, y es que a través de su mirada serena, totalmente limpia de las telarañas que por ahí vamos juntando la mayoría de los adultos, a través de sus pasos tranquilos, palabras liberadoras, ejemplaridad, hermandad, generosidad constante, de su bondad sin límites donde sólo es posible encontrar el amor, pude encontrar mi Fe, que seguramente me acompañará toda mi vida, y voy a poder irradiarla con toda fuerza a mis seres queridos y a muchos más.
Así es que gracias amigo, Hermano, compañero de mi lado más profundo por mostrarme el camino de la Fe, incondicionalmente, sin presión, con sencillez, con cariño, con tu mirada limpia de telarañas, como la mirada de un niño.
Te queremos mucho. Y te acompañaremos por donde vayas.
Raúl Brajón
Profesión religiosa, Vocacional - 31 de agosto de 2009 -
“No se olviden de rezar por los niños que les son confiados y en especial por aquellos que por sus defectos les dan más inquietud y molestia” (RFIC )
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