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Una nueva encíclica del Papa Benedicto XVI
La caridad en la verdad
Coincidiendo con la clausura del Año Paulino, el pasado 29 de junio, el Papa Benedicto XVI dio a conocer su tercera encíclica titulada La caridad en la verdad. Desde este sitio queremos alentar su lectura, reflexión y divulgación por ser la voz de nuestro Pastor, y por la urgencia, vigencia y claridad de su contenido en los tiempos de crisis profunda que nos tocan vivir, a fin de orientar sólidamente nuestra propuesta educativo-evangelizadora.
[ Versión completa de la encíclica “La caridad en la verdad” en el sitio web del Vaticano ].
En este texto además de la solidez de los fundamentos para mejor comprender el desarrollo humano, la problemática social actual, la definición del progreso, las bases de la cultura empresarial desde una concepción cristiana de la vida, es de destacar el reconocimiento que el Papa realiza del servicio del Magisterio de sus predecesores, y la reafirmación de la voz de la Iglesia como Madre y Maestra atenta a la situación de la humanidad a través de todos los tiempos.
Se pueden realizar diferentes aproximaciones al texto. Como educadores encontramos en las palabras del Santo Padre intuiciones y propuestas que guardan íntima relación con la misión educativa menesiana. Sirvan de muestra de la pertinencia de este documento las siguientes citas en las que el Papa nos abre horizontes epistemológicos que nos pueden resultar novedosos en el contexto educativo actual pero, que forman parte del rico patrimonio de la tradición de la Iglesia. Las palabras de nuestro Fundador en paralelo confirman esta afirmación.
“…El saber nunca es sólo obra de la inteligencia. Ciertamente, puede reducirse a cálculo y experimentación, pero si quiere ser sabiduría capaz de orientar al hombre a la luz de los primeros principios y de su fin último, ha de ser «sazonado» con la «sal» de la caridad. Sin el saber, el hacer es ciego, y el saber es estéril sin el amor. En efecto, «el que está animado de una verdadera caridad es ingenioso para descubrir las causas de la miseria, para encontrar los medios de combatirla, para vencerla con intrepidez». Al afrontar los fenómenos que tenemos delante, la caridad en la verdad exige ante todo conocer y entender, conscientes y respetuosos de la competencia específica de cada ámbito del saber. La caridad no es una añadidura posterior, casi como un apéndice al trabajo ya concluido de las diferentes disciplinas, sino que dialoga con ellas desde el principio. Las exigencias del amor no contradicen las de la razón. El saber humano es insuficiente y las conclusiones de las ciencias no podrán indicar por sí solas la vía hacia el desarrollo integral del hombre. Siempre hay que lanzarse más allá: lo exige la caridad en la verdad. Pero ir más allá nunca significa prescindir de las conclusiones de la razón, ni contradecir sus resultados. No existe la inteligencia y después el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor”.
(Caritas in veritate, 30)
“Puedan todos los que lean estas líneas, comprender que es bueno saber leer, escribir y contar; pero que esto no basta, porque si es bueno instruir a los niños, es necesario también educarles; y si es bueno desarrollar su espíritu, es necesario también formar su corazón, y si es bueno iniciarles a los mecanismos de la lectura, de la escritura y del cálculo, es mejor aún inspirarles el gusto por la virtud y la verdad”
(Juan María de la Mennais, La Enseñanza religiosa p. 39)
“Un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales. De este modo, en el mundo no habría un verdadero y propio lugar para Dios. Sin la verdad, la caridad es relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado. Queda excluida de los proyectos y procesos para construir un desarrollo humano de alcance universal, en el diálogo entre saberes y operatividad.“
(Caritas in veritate, 4)
“Además, tenga cuidado; enseñar a los niños a leer, escribir, contar y excluir casi toda otra enseñanza que no se relaciona inmediatamente a la industria, eso no dará al niño una educación social; es simplemente darle medios de poder para las necesidades del cuerpo, para los intereses de la vida presente. Ahora bien ¿quién no lo sabe? Si estas necesidades, si estos intereses acercan a veces, dividen más a menudo y no unen nunca: no crean una sociedad verdadera. No se pueden encontrar lazos verdaderamente sociales más que en las creencias y en las virtudes, en los deberes, revestidos de una sanción diferente que la de los hombres: vuestra enseñanza que sólo considera las necesidades, los intereses materiales, lejos de ser social, no basta ni incluso al hombre, que no vive sólo de pan y que tiene necesidad de otro alimento para su alma inmortal”
(Juan María de la Mennais, Lannion, p- 4-5)
“…El riesgo de nuestro tiempo es que la interdependencia de hecho entre los hombres y los pueblos no se corresponda con la interacción ética de la conciencia y el intelecto, de la que pueda resultar un desarrollo realmente humano…”
(Caritas in veritate, 9)
”…Pablo VI ya puso en guardia sobre la ideología tecnocrática, hoy particularmente arraigada, consciente del gran riesgo de confiar todo el proceso del desarrollo sólo a la técnica, porque de este modo quedaría sin orientación. En sí misma considerada, la técnica es ambivalente. Si de un lado hay actualmente quien es propenso a confiar completamente a ella el proceso de desarrollo, de otro, se advierte el surgir de ideologías que niegan in toto la utilidad misma del desarrollo, considerándolo radicalmente antihumano y que sólo comporta degradación. Así, se acaba a veces por condenar, no sólo el modo erróneo e injusto en que los hombres orientan el progreso, sino también los descubrimientos científicos mismos que, por el contrario, son una oportunidad de crecimiento para todos si se usan bien…”
(Caritas in veritate, 14)
“Saber leer es un bien o un mal según el empleo que se haga de esta facultad y los frutos que se saquen: la instrucción es un instrumento útil cuando se dirige bien su uso, peligroso cuando se abusa»
(Juan María de la Mennais, Educación religiosa p. 5)
Noticias - 31 de julio de 2009 -